El mundo del automovilismo se despide de una figura icónica. Roy Sjoberg, ingeniero automotriz y padre del legendario Dodge Viper, falleció el pasado 8 de abril a los 81 años. Su legado marcó una era en la historia de los autos deportivos, dejando una huella imborrable en Chrysler y en los corazones de los fanáticos de la potencia sin filtros.
El ingeniero detrás de la leyenda
Antes de darle vida al Viper, Sjoberg fue parte de proyectos importantes en General Motors y American Motors, destacándose por su participación en el desarrollo del Chevrolet Corvette ZR-1. Su llegada a Chrysler a finales de los 80 sería el inicio de su obra maestra. En 1989, bajo la dirección de Bob Lutz y la inspiración de Carroll Shelby, se propuso crear un auto totalmente distinto: un deportivo sin ayudas electrónicas, y centrado 100% en la experiencia de conducción.
El nacimiento del Dodge Viper y su impacto cultural
En una época donde los deportivos empezaban a llenarse de electrónica, el Dodge Viper nació como una pieza gloriosa. Con un motor V10 de 8.0 litros desarrollado junto a Lamborghini, entregaba más de 400 caballos de fuerza y una experiencia brutal sin control de tracción, ni ABS, ni airbags. Además, ofrecía una pedalera completamente regulable, permitiendo nivelar cada pedal de forma independiente (algo inusual para la época). Sjoberg lideró un pequeño equipo conocido como el “Team Viper”, compuesto por jóvenes ingenieros que trabajaban casi en la clandestinidad dentro de Chrysler. Su filosofía: libertad creativa, pasión por los autos, y ningún miedo a romper moldes.
Desde su lanzamiento en 1992, el Viper se convirtió en un ícono de la ingeniería estadounidense. Su estilo agresivo, su sonido inconfundible y su dificultad para ser domado lo posicionaron como un auto de culto. No era para cualquiera, lo que lo hacía aún más especial. En una era dominada por la eficiencia y el confort, el Viper era pura emoción: una máquina que desafiaba al conductor a dominarla. En 2017 la fábrica anunció el cese de producción, una noticia que conmovió al mundo de los fanáticos del motor. Sin embargo, aún en 2023 se registraron ventas de ejemplares que se hallaban juntando polvo en agencias. Algunos medios informaban las novedades con el pie “Algunos autos se rehúsan a morir” y, al parecer, este fue el caso de este ícono.
El legado de Sjoberg
Más que un ingeniero brillante, Roy fue un mentor. Su experiencia militar como oficial de la Fuerza Aérea se reflejaba en su disciplina, pero también en su liderazgo inspirador. Muchos de los ingenieros que trabajaron con él lo recuerdan como un guía, un innovador y, sobre todo, un apasionado del automovilismo. Tras su retiro en 1997, siguió inclusive participando como consultor y asistiendo a eventos de fanáticos del Viper.
Su fallecimiento no es solo la despedida de un hombre, sino el cierre de un capítulo glorioso en la historia del automóvil. Su creación sigue viva en las pistas, en los garajes, y en cada corazón de los aficionados.