Imagina por un momento que te encuentras revisando tu automóvil. Abres el capó o cofre del vehículo y revisas tus niveles de aceite. El fluido se encuentra entre el máximo y el mínimo, como corresponde, pero el color no te convence, ya que se ha vuelto prácticamente negro. ¿Es realmente momento de cambiarlo?
Como ya debes saberlo, la función principal del aceite de tu auto es la de darle una buena lubricación a todos los elementos metálicos del motor, impidiendo así que se dañen o se fundan producto de la fricción entre los mismos. Además de eso, se encarga de distribuir y mantener en suspensión la suciedad que ingresa para que no se acumule en las piezas. También regula la temperatura del vehículo y protege la vida útil del motor.
Con el mismo uso del auto, el paso del tiempo y la distancia recorrida, la viscosidad y el color del lubricante tienden a cambiar. También otros factores como las altas temperaturas, la contaminación o incluso la misma composición del líquido pueden influir en este cambio. Si el aceite tiende a oscurecerse, se debe a un proceso normal durante el funcionamiento típico del motor.
En resumen, un aceite de color negro o más oscuro de lo habitual no debe ser precisamente un signo de alarma. Por el contrario, es una demostración de que está cumpliendo con su trabajo correctamente y protegiendo el vehículo. Para una mayor tranquilidad, recuerda revisar periódicamente los niveles del mismo con una varilla medidora. Si después de limpiarla aún quedan manchas negras, significa que el lubricante se está quemando en el motor y sí es necesario reemplazarlo. La mayoría de las veces, este cambio debe realizarse cada 10.000 kilómetros o una vez al año, dependiendo de su uso y de lo que indique el manual del vehículo.
¡Este mito es FALSO!
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