En un mundo donde la tecnología y el transporte están cada vez más conectados entre sí, los gobiernos de cada nación buscan regular el desempeño y la evolución de estas herramientas para lograr mejores desarrollos de producción propia. Recientemente, Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos para restringir la tecnología extranjera en el sector automotriz, especialmente aquella que proviene de China. Esta decisión, que afecta tanto a vehículos autónomos como conectados, surge en un contexto de creciente tensión geopolítica, lo que ha llevado a muchos debates y preguntas acerca del acceso a la privacidad, la seguridad nacional y el futuro de dicha industria.
La relación entre Estados Unidos y China se ha mantenido tensa por años y ha estado caracterizada por diferencias comerciales y problemáticas relacionadas a los Derechos Humanos. Ahora, además, se suma a esta disputa la cuestión tecnológica. En este 2024, la administración de Biden busca tomar medidas decisivas para proteger este tipo de infraestructura local, particularmente en distintos ámbitos, por lo que la prohibición en el rubro vehicular no solo se presentaría como una decisión comercial, sino también como una estrategia de seguridad nacional. Muchos expertos argumentan que permitir la integración de tecnología china en el mercado automotriz estadounidense podría facilitar el espionaje y el acceso a información sensible.
Esta nueva posible normativa ha sido bien recibida por algunos sectores y criticada por otros. A pesar de buscar un beneficio comercial con esta propuesta, se cree que las empresas automotrices locales y aquellas que operan en el país se verían de todos modos afectadas por esta prohibición. La exclusión de ciertos proveedores de tecnología podría limitar las opciones y aumentar los costos, repercutiendo especialmente en marcas que dependen de tecnología china para sus sistemas de inteligencia artificial y conectividad. Las empresas tendrían así que reevaluar sus cadenas de suministro y considerar nuevas alianzas estratégicas para cumplir con las nuevas regulaciones.
China, por su parte, ha reaccionado con desdén, considerando estas acciones como manifestaciones de un «nacionalismo tecnológico» y catalogándolas como discriminatorias, una actitud esperable considerando que el Gobierno norteamericano ya ha tomado medidas similares, prohibiendo el uso de equipos de telecomunicaciones de grupo Huawei y presionando a TikTok para que venda su negocio o se enfrente a un bloqueo en toda la región.
Se espera que la normativa propuesta se cierre a partir del próximo mes de enero para que pueda ser aplicada a partir del 2027 y comprenda a todos los vehículos de ruedas que circulen por vías públicas. Será cuestión de esperar y ver cómo estas decisiones impactan en la industria automotriz.